
¿Por qué ICAP-Instituto Clínico Almeriense de Psicología? – Manifiesto
Quiero pensar que en cierto modo el ICAP nace como en su momento surgieron de la nada las grandes obras literarias, cinematográficas o las más variadas corrientes de pensamiento. Todas ellas llegaron a ser grandes, incluso algunas eternas, porque aunaban el esfuerzo con la vocación y con la NECESIDAD PERSONAL de sus autores de CREAR semejantes maravillas para concebirlas de la mejor manera posible, tal y como querían sus creadores que fueran, y por tanto, no de otra manera.
¿ A qué viene este principio megalómano?. A que ICAP surge por mi necesidad personal de ejercer mi oficio, la psicología, mi vocación, de la manera más LIBRE Y PERSONAL posible.
Vivimos en un mundo en el que la psicología, el prestarnos a que en un momento determinado nos ayuden y/o nos dejemos ayudar es hoy más relevante que nunca.
Vivimos en una sociedad a la que no le falta de nada, pero a la que a su vez, paradójicamente, alimenta un vacío interior que muy comúnmente nos hace pensar que nos falta de todo.
TODOS TENEMOS PROBLEMAS. Y todos ellos están convenientemente etiquetados para ser tratados, a ser posible farmacológicamente.
La tristeza es depresión, y la depresión tristeza. La angustia es ansiedad. La “locura” esquizofrenia. La soledad es una plaga enmascarada como síntoma del estado de ánimo. El cumulo de problemas o insatisfacciones es insomnio y los niños inquietos por naturaleza son TODOS hiperactivos o padecen un trastorno de atención.
La sociedad en que vivimos, la que conformamos todos, nos marca hoy más que nunca, quienes debemos ser, como debemos ser y cuando debemos serlo. Es muy usual atender a gente joven y mayor, que están mal porque no están donde deberían estar, no son lo que deberían ser, ni tienen lo que deberían tener (trabajo, casa, hijos, pareja, etc…). Y como están en ese punto, hay que buscar a alguien a quien culpabilizar, y en muchas ocasiones, culpan a todo el mundo sin excepción (insatisfacción y amargura) o se auto-inculpan (no soy lo suficientemente bueno/a, atractivo/a, inteligente, etc…) con la crisis de identidad y la merma de autoestima que eso conlleva.
Hoy especialmente, Sabemos el precio de todo, pero desconocemos el valor de nada. El ser humano actualmente está tan mediatizado, dirigido y aleccionado por su entorno para ser tan ideal, que por el camino ha perdido la esencia de lo que somos. SU GENUIDAD. Y eso no nos lo devolverá un tratamiento farmacológico, desgraciadamente debo añadir. Ojala fuera tan fácil. La pastilla, en todo caso, podría ser una “ayuda” más, nunca LA SOLUCIÓN. Y admito que en ocasiones es un recurso fundamental y nada desdeñable. Pero no siempre. No todo problema o malestar es un diagnóstico y tratamiento. Es por ello que vivimos en una sociedad excesivamente patologizada y sobremedicada, e incluso la inmensa mayoría de médicos están de acuerdo con esta afirmación.
He enumerado una milésima parte de las problemáticas que padecemos en sociedad. Se podría hablar largo y tendido de adicciones como refugio a nuestros problemas, fobias, duelos, violencia de género, pensamientos recurrentes, alienaciones, obsesiones, mobbing, bullyng, trastornos alimenticios y no acabaríamos.
La Psicología por todo ello es hoy muy necesaria. No digo con esto que sea la solución a todos los males ni mucho menos. Pero tal y como yo la entiendo nos da la oportunidad real de contar aquello que no quiero o no me atrevo a contar. Nos da la oportunidad de profundizar en nuestro ser más interno de una forma segura. Acompañados de alguien que busca nuestro bien de una forma profesional, cercana, leal pero objetiva para no incurrir en autoengaños, que favorecerá nuestro des – ahogo (palabra infravalorada pero para nada baladí) y que está junto a nosotros para hacernos ver nuestros problemas tal y como son, y no como creemos que son. Para identificar, orientar e intentar movilizar a la persona hacia posibles soluciones, siempre que el paciente así lo desee, ya que es en última instancia él o ella quienes deciden. Pero siempre sustentados y acompañados por la presencia y el buen hacer del terapeuta en su caminar.
Así es como yo entiendo que debe practicarse mi oficio, y es por ello que fundé ICAP. Para poder trabajar LIBRE bajo estas premisas y no bajo otros parámetros, en ocasiones impuestos, tales como productividades, volumen de negocio, estadísticas personales, etc…
Considero de suma importancia poder dedicar TIEMPO a mis pacientes y sus problemáticas. El que yo creo necesitar para mí. Es por ello que ofrezco un seguimiento en mis instalaciones muy exclusivo y personalizado. Porque puedo. Porque ese es mi privilegio. Algo que por ejemplo, los seguros médicos o la sanidad pública, a través de Salud Mental, no pueden ofrecer por una mera cuestión de formato (mucho volumen de casos – porque en estos dispositivos los pacientes son casos – y poco tiempo para dedicarles sumado a la imperiosa necesidad de tener que ofrecer un servicio. Lo cual se traduce en visitas cortas y espaciadas, de tanta gente a la vez que a veces cuesta acordarse siquiera del caso. Fundamentados, para ser más operativos, en un modelo bio-médico. Que se traduce en valoración de síntomas, diagnóstico -“etiqueta”, estigmatizadora en ocasiones y, no siempre necesaria –medicación si se precisa y psicoterapia de apoyo). OJO. No estoy criticando con esto a los excelentes profesionales que trabajan en estos servicios. Tengo el placer y el honor de conocer a algunos de ellos. Algunos buenos amigos y todos sobradamente capaces e incluso brillantes en lo suyo. Critico el MODELO que los limita. El FORMATO, si queremos llamarlo así, de la salud mental actual, que es en todo momento al área al que me estoy refiriendo. Nuestro sistema nacional de salud es la envidia a nivel mundial y el nivel es altísimo, aunque se esté resintiendo por la crisis y las malas gestiones o el aumento de privatizaciones convirtiendo la salud en un negocio más que en un servicio. Pero esto son otras lides en las que además no tengo conocimiento suficiente para opinar. Yo me refiero a la salud mental ambulatoria, tanto pública como a nivel de aseguradoras, que si conozco y que funciona a mi modo de ver con un modelo fallido y si me apuráis perverso. Es un sistema que no funciona. No es el idóneo para conseguir la mejor y pronta recuperación del paciente. Y por supuesto, No es mi modelo. El ICAP tiene el compromiso personal que nos otorga nuestra libertad personal de no atender más de 4 pacientes diarios, para asegurar nuestra disponibilidad, trato personalizado y favorecer en la medida de nuestras posibilidades la recuperación y lo que todo paciente que acude a consulta ansía, mejorar y dejar de padecer cuando sea esto posible.
Y para aquellas personas a las que no podamos ayudar, poder orientarlas o derivarlas a profesionales de nuestra confianza que sean mejores en esas áreas. Pues siempre hay que trabajar desde el compromiso y la responsabilidad personal en la búsqueda de aquello que sea mejor para nuestros pacientes.
Esto es el ICAP. Tal y como se ha concebido. Y es un inmenso honor hacéroslo llegar y poder trabajar en pos de todos/as cuantos nos necesitéis.
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